Friday, June 24, 2011

¿Y ahora qué?

Por Erika Salamanca

El 2 de octubre de 2009, los ex alcaldes de Bogotá, Antanas Mockus, Luis Eduardo Garzón y Enrique Peñalosa, tomaron oficialmente las banderas del Partido Verde. Posteriormente, y luego de varios coqueteos, los verdes hicieron alianza con Sergio Fajardo, quien renunció a ser candidato por su movimiento Compromiso Ciudadano para volverse fórmula vicepresidencial del candidato Antanas Mockus. Aunque pocos lo recuerden, también hizo parte del movimiento, aunque por un corto periodo de tiempo, la ex senadora y ex ministra, Marta Lucía Ramírez, quien decidió retirarse para participar en la consulta interna del Partido Conservador como candidata a la Presidencia de Colombia.

Con la fórmula Mockus-Fajardo, el Partido Verde logró 3,588.819 votos, equivalentes al 27,5% de los totales obtenidos en la segunda vuelta presidencial; votación que fue importante, pero que no le alcanzó a Mockus para llegar a la Casa de Nariño. Sin embargo, con ellos, sentaron el apoyo político de sus electores y comenzaron con pie derecho la incursión de un nuevo Partido que prometía una forma diferente de hacer política.

Hoy, la "Ola Verde" que pareció ser una marea en las presidenciales, no es la misma historia. El líder que hizo cantar arengas a millones, abandonó el partido porque no estuvo de acuerdo con el consenso al que llegaron las directivas para aceptar el apoyo del Partido de la U y específicamente, del presidente Álvaro Uribe a la campaña por la Alcaldía de Bogotá de Enrique Peñalosa. Hoy, Antanas Mockus se autodenomina, sin decirlo, el único dueño de la moral, valor que para el profesor ni siquiera tienen sus ex compañeros de causa Garzón, Peñalosa o Fajardo.

Para quien promulgó hasta el cansancio el famoso "no todo vale" queda claro que, no todo vale siempre y cuando no interfiera con sus propios intereses. Queda claro, que la recuperación de Bogotá y la lucha por garantizar que un buen alcalde llegue a la ciudad, no supera el interés particular del profesor Mockus. Es evidente, que Antanas tampoco sabe de lealtades, ha demostrado que su ego puede más que las virtudes, que puede más que el afecto y el compromiso con sus compañeros, electores y "amigos". Finalmente, nos queda claro también que el todo vale también lo aplica cuando no le gustan las normas, pero como dijo Enrique Peñalosa hace algunos días en una entrevista radial: "Uno no puede decir que participa de una democracia si sólo cumple cuando las decisiones le gustan a uno" y eso es lo que ha hecho Mockus.

Ya no hay nada que hacer, esta vez no creo que escuchemos declaraciones como: "ayer renuncié pero ya no"; el Partido Verde quedó cojo, y aunque no soy militante de ese movimiento, realmente siento que le hace daño a la democracia acabar con lo que pudo haber sido una fuerza política sólida que representara a los colombianos que se sentían identificados con sus ideas. Se fue Mockus, y con él es posible que muchos de sus seguidores. Quizás esto ponga en riesgo el triunfo de Peñalosa. Hoy, sin Antanas, el camino de Enrique parece más difícil, algunos ciudadados partidarios de la Ola Verde dicen que no votarán por Peñalosa y lo mismo dicen algunos uribistas, entonces quién está perdiendo? Peñalosa? No, yo creo que está perdiendo Bogotá.

Me motiva entonces invitar a los bogotanos a dejar a un lado las diferencias políticas, ahora es importante que todos nos unamos para recuperar la ciudad, no se puede botar el voto por odios o por simple indiferencia. Si no actuamos pensando en los intereses de la ciudad, los perjudicados seremos todos. Por eso, como bogotana, les digo a los militantes del Partido Verde, escuchen la propuesta de Peñalosa y no vayan como los borregos detrás de alguien que claramente se equivocó en dejarlos solos. Si ustedes no apoyan a Peñalosa, estarán dando la estocada final al movimiento por el que aparentemente lo daban todo. A los uribistas, que aún dudan si darle el voto a Peñalosa es conveniente o no, les digo, tomen como ejemplo lo que hace el propio presidente Uribe, aunque Peñalosa reconoce las grandes virtudes y buen gobierno durante su presidencia, también ha sido contradictor de algunas iniciativas uribistas, por ejemplo, de la segunda reelección, y sin embargo, no por ello el presidente Uribe no reconoce las virtudes y cualidades de Enrique, no por eso, deja de desconocer la buena gestión que realizaría en la Alcaldía. Es simple, Uribe se desprende de cualquier interés personal o partidista, para garantizar el bienestar de los bogotanos. Entonces ¿por qué nosotros no hacer lo mismo?

La decisión de Mockus abre las posibilidades de conseguir la Alcaldía a otros candidatos. Es evidente que con el actual panorama, la balanza pueda estar inclinándose hacia Gustavo Petro o Gina Parody, pues en el evento en el que Mockus no se presente como candidato o decida apoyar a su esposa a una eventual candidatura por recolección de firmas, se unirá al candidato progresista o a la candidata independiente.

Lo grave de todo este asunto es que percibimos una candidatura pasiva por parte de Peñalosa. Ha sido notorio que no mantiene un diálogo fluido con la gente. Por ejemplo, no aprovecha al máximo las herramientas que hoy la tecnología pone en sus manos. El uso y buen manejo de las redes sociales es clave, lo demostró Barack Obama en su candidatura a la Presidencia de los Estados Unidos, él logró llegar a la gente a través de su página de Facebook, interactuaba con los electores, se ganó la confianza de ellos a tal punto que los motivó para que cualquier ciudadano, sin importar su condición económica, donara dineros a su campaña. Hoy, no sólo existe Facebook, está Twitter, una red social que permite aún más la interacción entre comunidades cibernéticas. Escribirle a la gente y responderle, es muestra del interés de un político por sus electores. Hoy, el candidato que saca mayor provecho a estas tecnologías es Gustavo Petro, quien utiliza su cuenta de Twitter para escribir y contestar mensajes no sólo de sus seguidores sino de sus contradictores, es abierto al debate y esto gusta y atrae a la gente.

Desafortunadamente y con relación a este punto, Peñalosa no ha entendido que a los ciudadanos nos gusta ser escuchados, y que la interacción con nuestros líderes políticos es importante. Todos sabemos lo buen gerente y excelente alcalde que fue y que volvería a ser, pero si no cambia su estrategia con el electorado, se repetirá la historia de su última candidatura en la que la izquierda en cabeza de Samuel Moreno se llevó el triunfo de Bogotá. Dr. Peñalosa, las alianzas que verdaderamente perduran son las que se hacen con la gente, por favor dele un giro a su campaña.

Saturday, June 11, 2011

No a la despenalización de la droga

Por Erika Salamanca

La semana pasada, en Nueva York, salió el informe de la Comisión Global de Políticas sobre Drogas, en el cual participaron intelectuales como el peruano Mario Vargas Llosa y el mexicano Carlos Fuentes, ex presidentes como César Gaviria, de Colombia, Ernesto Zedillo, de México y Fernando Cardoso, de Brasil, ex funcionarios de organismos multilaterales como Koffi Annan, Ex secretario general de las Naciones Unidas y empresarios como Richard Branson, fundador del Grupo Virgin y confundador de The Elders, del Reino Unido, entre otros. En dicho informe, propusieron al gobierno de Barack Obama, cambiar el modelo de represión y prohibición de las drogas, por uno de despenalización y legalización de las mismas.

Encontrar dentro de este grupo de destacados al ex presidente colombiano no deja de dar sorpresa. Durante el gobierno Gaviria, Colombia fue, como hasta ahora, defensora de la misma política antidroga que lidera Estados Unidos. A pesar de haber caído en algunas componendas con la cabeza principal del Cartel de Medellín, Pablo Escobar, nunca conocimos durante el mandato de Gaviria posición contraria a combatir a dichas mafias, pues fueron los grandes carteles de la época los que propiciaron los mayores dolores de cabeza a ese gobierno y quienes fueron protagonistas de una de las épocas de mayor violencia y derramamiento de sangre en el país. Los actos de terrorismo de entonces fueron financiados cien por ciento por el narcotráfico. Por eso, que el ex presidente Gaviria hoy defienda una política antidroga encaminada a la despenalización es ridículo.

Tal vez hoy no tengamos los carteles de la droga de los ochenta y noventa, pero tenemos grupos guerrilleros y paramilitares que se financian del narcotráfico, y quienes no sólo no se conforman con la producción y la comercialización sino que usan las tierras de las campesinos colombianos para desplazar y asesinar a todos aquellos que no estén dispuestos a servir de alguna manera a la actividad ilícita implícita de este negocio. Cada kilo de coca, o cada cigarrillo de marihuana que fume un ciudadano cualquiera estará manchado de sangre, y ello no cambiará por el simple hecho de no penalizarlo.

La lucha antidroga no ha sido del todo exitosa, fundamentalmente por dos factores: primero, porque los países consumidores no han sido lo suficientemente fuertes en disminuir los índices de consumo, y segundo, porque a pesar de haber países comprometidos, como en el caso de Colombia, con la erradicación de cultivos y la disminución evidente de la producción de los últimos años, también hay países que se prestan a la cooperación delincuencial. Venezuela, por ejemplo, no es reconocido por cultivar coca ni marihuana, pero en cambio, si es bien sabido que su territorio es usado en las principales rutas del narcotráfico.

El informe señala que la verdadera lucha contra las drogas debe enmarcarse en la despenalización, educando y tratando médicamente. Sobre este particular, comparto la idea de rehabilitar al adicto, pues éste finalmente es una víctima más del flagelo; pero, sobre todo, es necesario llevar a la sociedad campañas de prevención que garanticen la disminución en los índices de adicción.

Dicen los que están a favor del informe, que hemos superado la legalización del tabaco y del licor, pero preguntémonos, ¿ha demostrado nuestra sociedad ser responsable con el uso del tabaco y de el licor? Hemos garantizado el no acceso a los menores de edad? En teoría, la venta de cigarrillos y licores a menores está prohibida, pero ¿quién regula?, ¿quién audita?, ¿quién penaliza? Nadie. Hagan la prueba, envíen a sus hijos de catorce o quince años a una licorería, pídanles que compren una botella de vino y un paquete de cigarrillos, se darán cuenta de que volverán a casa con la misión cumplida.

Y entonces, con base en nuestra propia experiencia, ¿pretendemos dejar abierta la posibilidad de que nuestros niños tengan a la mano drogas? No se trata de dejar la responsabilidad de educar a los hijos al Estado, pero la construcción de una sociedad sana y próspera debe darse de la mano de los padres de familia y también del Estado. Podemos enseñar a nuestros niños los peligros de caer en esa clase de vicios, educarlos para que llegado el día sepan decir no, pero hemos visto casos documentados en los que muy a pesar de la buena educación de la familia, los adolescentes terminan cayendo en esas redes de las que luego es muy difícil que salgan.

Hoy en día el microtráfico es llevado a los colegios, los jóvenes encuentran fácilmente a los expendedores de droga, los padres y miembros de la comunidad denuncian, pero dado que los vendedores no llevan en sus bolsillos más que la dosis personal, no pueden ser judicializados. ¿Cómo cambiaría este panorama si legalizamos? Simplemente dejaremos de denunciar, pero ¿dónde dejamos el futuro de los pequeños?

Dice el informe: “Esto nos recuerda que las políticas de drogas inicialmente se desarrollaron e implementaron con la esperanza de alcanzar resultados en términos de una reducción de los daños a los individuos y la sociedad, menos crimen, mejor salud, y más desarrollo económico y social…”. ¿Será entonces que legalizando desarrollaremos la estrategia perfecta para reducir los daños a la sociedad? ¿Se reducirá el número de crímenes? ¿Gozaremos de mejor salud? ¿Vendrá con ello más desarrollo económico y social?

Finalmente, y en el caso de que se tomen en serio el informe, no acabará el flagelo si legalizan o despenalizan únicamente en un país, no se puede dejar a potestad de cada nación el criminalizar o no. No se puede llegar a esta decisión sin que antes el mundo haya hecho verdaderos programas de educación y prevención y sobre todo sin que se hayan tomado verdaderas medidas judiciales contra quienes irresponsablemente incitan a los menores de edad al consumo de cualquier sustancias prohibida para ellos.

Thursday, June 2, 2011

Fujimori Versus Humala, la recta final
 
 
Faltan sólo unos días para que se sepa quién ganará las elecciones presidenciales en Perú. Los peruanos tendrán que definirse entre Keiko Fujimori de 36 años de edad, limeña, administradora de empresas y candidata por el movimiento Fuerza 2011, o por Ollanta Humala, de 48 años, oficial retirado del ejército y candidato del movimiento Gana Perú.
El domingo pasado, los candidatos participaron de uno de los debates más esperados por los electores. El encuentro defraudó un poco a los espectadores cuando fue notorio el libreto previamente acordado con los candidatos, por lo menos en cuanto a los temas y la metodología. Muchos terminaron criticando a Fujimori por haberse valido del ''papelito" y aplaudieron al candidato Humala, quien trató de responder sin ayuda de lectura. Sin embargo, este último fue víctima de algunos momentos de balbuceo y tartamudeo consecuencia de su improvisación.

El debate fue dividido en 4 puntos: (I) Lucha contra la pobreza, (II) Seguridad y Narcotráfico, (III) Institucionalidad democrática, y (IV) Economía e Inclusión social. Ambos candidatos hicieron propuestas similares en los cuatro frentes, sin embargo, hubo aspectos que hicieron que se marcara diferencia entre cada uno de ellos. He aquí algunos puntos:

Keiko se concentró en hablar únicamente de su programa de gobierno, enfatizando de manera enérgica que su candidatura sólo tenía un discurso y un programa de gobierno a diferencia de su contrincante, quien, como todos hemos sido testigos, ha acomodado un programa de gobierno distinto dependiendo del escenario. Al inicio de la candidatura, el discurso de Humala era totalmente de izquierda, muy enfocado al estilo del Socialismo del Siglo XXI, sin embargo, esto le fue restando puntos en las encuestas y lo obligó a bajarle el tono a sus intervenciones y a proponer cambios en su agenda presidencial. El señor Humala ha dicho tantas cosas diferentes respecto a los mismos temas, que los electores realmente no saben cuál es el programa de gobierno oficial. Por ejemplo, al inicio proponía con urgencia cambiar la Constitución Peruana de 1993 y derogar o replantear los tratados de libre comercio firmados por Perú, y expresaba con orgullo su amistad y cercanía con Hugo Chávez. El tono definitivamente fue cambiando cuando Vargas Llosa manifestó que le daría el beneficio de la duda y que votaría por él confiando en que llevara a cabo un gobierno de línea demócrata.
Hoy, por el contrario, y luego del debate televisivo, el sr. Humala dejó un vació ante la pregunta de Keiko sobre su verdadero interés en cambiar la Constitución, aprovechó para prometer que respetaría los tratados de libre comercio ya firmados y aclaró que sólo quería gobernar por 5 años. Estó último no es garantía de nada, recordemos la entrevista que hizo Jorge Ramos a Hugo Chavéz hace 12 años antes de que fuera elegido Presidente de Venezuela. Chávez, el demócrata que aparentaba ser en la pantalla se convirtió en un tirano que hoy rehúsa abandonar el poder y cínicamente se escuda en que los procesos electorales han sido llevados a cabo en ejercicio de la plena democracia, como si el mundo ignorara los fraudes cometidos para mantenerse al mando desde Miraflores. Nadie en su momento pareció recordar que el teniente coronel Hugo Chávez, el 4 de febrero de 1992, intentó un golpe de Estado en Venezuela al entonces presidente Carlos Andres Pérez (q.e.p.d.), con estos antecedentes, haber creído en Chávez fui ingenuidad del pueblo venezolano.

Hoy, Perú se encuentra en situación similar, Humala es un golpista, y Fujimori se encargó de recordárselo. El señor Humala atentó contra la democracía peruana cuando a la cabeza estaba el presidente Alejandro Toledo, quien curiosa e inexplicablemente hoy apoya al candidato golpista. Ojalá la lección vivida por los venezolanos, no tenga que vivirla en carne propia el pueblo peruano, porque como digo yo, el que es, no deja de ser.

La candidata Fujimori, estuvo muy concreta y segura en su participación. Pareció que por momentos le tocó estar a la defensiva de las acusaciones y emboscadas que le hizo Humala, quien le recordaba insistentemente los problemas de corrupción y violación a los derechos humanos que tuvo el gobierno de su padre. Sin embargo, Keiko fue muy clara y directa frente a las acusaciones, claramente ella no puede ser víctima de actuaciones que cometieron terceras personas en el gobierno de Alberto Fujimori.

Algo que gustó mucho y marcó diferencia, fue la contundente declaración de Fujimori al manifestar que ella nunca llamará a los terroristas con el nombre de fuerzas beligerantes, caso contrario podía asegurar Ollanta, quien en su libro "De Lucumba a candidato de la Presidencia" pidió trato de beligerancia al grupo terrorista Sendero Luminoso. Esta fue una estocada de Fujimori cuando Humala pretendió asegurar que siempre había combatido la criminalidad y las dictaduras.
Perú debe hacer memoria y recordar que el comandante Humala sirvió lealmente y por siete años desde el ejército a la dictadura del entonces Alberto Fujimori, razón por la cual ha sido investigado por violaciones a los derechos humanos y crímenes de lesa humanidad. Así las cosas, su argumento de combatir dictaduras queda totalmente deshecho. Lástima que Keiko no se lo haya recordado.

De otra parte, la propuesta del candidato representante del movimiento político Viva Perú en la que textualmente dice: "Se incorporará mediante norma expresa la justicia militar en fuero del poder judicial" deja sin mucho entusiasmo a los miembros de la Fuerza Pública peruana. Los colombianos hemos sido testigos del impacto que causan este tipo de decisiones en quienes por convicción y por el deber a la patria deben combatir a los criminales, pero que ante una situación de ésta índole, nos les queda más remedio que caer en el apaciguamiento y en la falta de determinación al combatir al enemigo por el miedo a quedar condenados bajo la justicia ordinaria.

El debate, aunque no causó mayor entusiasmo, sí deja una reflexión y es que la historia está marcando la pauta para que los peruanos elijan la mejor opción para su futuro. O Perú mantiene la democracia y confía en el fortalecimiento de ésta en manos de Fujimori, o se instaura una sucursal de la izquierda mediocre y destructiva que poco a poco ha ido contaminando nuestro continente. Nadie aprende con las experiencias de otros, pero de todo corazón, los colombianos hacemos votos para que Perú no caiga en manos del dictador Hugo Chávez a través de la figura de Humala en el poder. Peruanos, ustedes deciden.